Otra de Susana

Soy bonita (guapa, bella, atractiva) e incluso sensual,… para qué perder mi tiempo y el de ustedes en falsas modestias. Sin embargo, a diferencia de Pilar y Purita, yo debo confesarles un pecado terrible, una imperdonable falta que muy pocas mujeres hoy cometemos por temor a arder eternamente en los infiernos: ¡yo llegué virgen al matrimonio!

He tratado de redimir esa horrible imperfección, pero esa santa antilujuriosa y recatada que llevo dentro, me ha permitido hacer solo muy controladas penitencias. Me he casado dos veces y alguna que otra aventurilla entre matrimonios me han permitido probar modestamente la mercancía que mis otras dos amigas han consumido en exceso y abundancia,… aunque no tengo mucho de qué quejarme.


Ahora bien, la desventaja es sólo en cuanto a probar, porque en cuanto a ver, pongo en su conocimiento que tengo una especialidad en Ginecología, otra en Sexología y para poder desempeñar bien mi trabajo he tomado algunos cursos de urología, por lo que penes vistos, pues un montón.

En cuanto a artes amatorias, tampoco soy ni la más capacitada ni la mejor dotada. Incluso mientras escribíamos este libro, he tratado siempre de mantenerme “neutral” ante la disputa no declarada entre la lujuria basada en el atractivo físico de Purita, y la lujuria que se sustenta en la inteligencia femenina de Pilar. El problema de los imparciales es que estamos sobornados por ambas partes, así que no puedo representar un buen “justo medio”.

Mi experiencia personal (la única que quizás vale la pena relatar) se las contaré en detalle varios capítulos más abajo, pero en mi caso, creo que agradecerán más que les comparta algo de lo visto en mis consultas y asistencias.

A mi consultorio, tanto ahora como cuando practicaba la ginecología, llegan muchas mujeres...

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