Una probadita de Pilar

No me distingo por la destacada anatomía de mis otras dos compañeras en este viaje por guerras peleadas y no peleadas, entre el tronar de cañones más largos y más cortos, y explosiones grandes y chicas – sin correspondencia, por cierto, con el largo de los cañones.

Si me ves de espaldas caminando por las calles, no me confundirás con Jennifer López, y si me miras de frente, aunque en la cara me asemejo en algo a Sofía Vergara, muy pronto notarás que al sur de mi garganta no hay montañas ni declives excitantes como resaltan en la exuberante colombiana. Sin embargo, no te apures en compadecerme. No hay duda que tengo mis encantos, sobre todo uno muy escondido que vuelve locos a los hombres y te platicaré más adelante.

Cuando niña y hasta poco antes de ir la universidad vivía algo acomplejada por mi físico. Mientras todas mis compañeras hacía mucho que ya habían perdido la virginidad y la inocencia, yo aún conservaba intacta “mi honra” (que desafortunadamente no estaba conectada a la inocencia y por poco pierdo dos dedos de la mano derecha, de tanto jugar con el muñequillo). No me juzguéis hermanas y recuerden que las vírgenes tienen muchas Navidades, pero ninguna Noche Buena.

Mi historia contradice la célebre frase acerca de que “la mujer pierde su virginidad cuando quiere y el hombre cuando puede”…yo lo quise muchas veces (hasta plátanos y pepinos estuvieron a punto de llevarse la primicia), pero nunca pude, hasta que a punto de cumplir los 18 se me hizo el milagro: el hijo de la vecina, dos años menor que yo, se quedó en la casa unos días y me hizo el favorcito… después de amenazarle insolentemente con decirle a sus padres y los míos que había intentado violarme, si no iluminaba mi camino. A las mojigatas, les advierto que no podrán acusarme de violación, porque él opuso resistencia solo al inicio, ni de sexo “pre-marital”, pues realmente nunca tuve la intención de casarme con él.

Lo curioso es que luego el vecinito me estuvo persiguiendo (logrando su objetivo en ocasiones) por casi dos años, tiempo en el que aprendí dos pequeños secretos que tanto atraen a los hombres, gracias a los cuales nunca más tuve carencias de Noches Buenas, aunque de vez en cuando extraño unas tranquilas Navidades… secretos que te comparto a continuación, si me concedes la gracia de seguir leyendo...


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